Esa pregunta es la que cualquier persona en determinado tiempo se haría, esa duda de querer saber qué piensan los demás hacia uno mismo.
Dejamos de luchar por el bienestar personal y comenzamos a preocuparnos por el ¿qué dirán? ¿qué pensarán? Preguntas las cuales nos tienen amarradas a una sociedad encerrada en superficialidad y prejuicios constantes hacia nosotros mismos, incluso existen esos prejuicios dentro de nuestros propios círculos sociales, los cuales la mayoría de las veces llegan a pegarnos más…
Dejamos de lado todas las ideas, ideales, pensamientos o planes por querer satisfacer o sorprender ¿a quién? Abandonamos nuestra propia esencia, nuestra propia personalidad, por querer convencer de pura falsedad ¿a quién? A nadie, para nadie, porque en el momento en el que empiezas a preguntarte si a tu amigo, amiga, novi@ o cualquier persona que te rodea le gusta tu personalidad o le parece bien algo, dejas de ser tú mismo. Rodéate de gente que te motive a hacer lo que amas, a seguir adelante, gente que no te estanque, que te ayude a crecer como persona.
Porque NADIE decide la vida de uno mismo más que… uno mismo, la felicidad e ideas propias de uno mismo van por sobre todos los pensamientos prejuiciosos de la sociedad. Después de hacerte la pregunta inicial, dejarías que escrúpulos sin sentido te cambien como persona? Estarías dispuesto a dejar todo lo que amas por empezar a consternarte por ideas negativas o críticas de gente que la mayoría de las veces no te conocen ni conoces? ¿Te dejarías llevar por un sistema social retrógrada de perfección? ¡NO! Víve, ama, llora, comete errores, por qué? Porque eso te hace una persona y tu crecimiento mental, emocional y espiritual van por sobre cualquier cosa. ¡VIVE! Vive sin preocuparte por nada, vive porque vidas solo hay una así que aprovéchala al máximo, que no te preocupe nada más que la idea de hacer cada día un día completamente nuevo y feliz. Así que aquí repítete la pregunta, vale la pena preocuparse por el ¿Qué piensan de mí?
L. Monardo